Caminos del Paraná

Llegar a Itatí me tomó cerca de 5 horas (80 km desde Resistencia). Fue un tramo que lo pedalié sin alma haciendo kilometro tras kilometro pero con la cabeza en Resistencia. Itatí es el centro de la devoción católica de todo el norte argentino y la ciudad atesora una de las obras arquitectónicas religiosas más monumentales de América latina: la Basílica de Nuestra Señora de Itatí. A este lugar acuden, cada año, miles de peregrinos y promeseros en busca de alimentar su fe. Sobre la plaza, al lado de la Basílica pude divisar un lugar que decía “El descanso del peregrino”. ¿Qué mejor lugar para descansar?, pensé. Grande fue mi sorpresa cuando descubrí que a veces la fe tiene un precio: Che, el precio es 25 pesos. Preferí ir a la comisaria, dejar la bici a buen recaudo y acampar frente a la Basílica. Es allí donde conocí a un señor que trabajaba para la municipalidad. Se presentó como Rosales y enseguida nos pusimos a conversar. Don Rosales había llegado a Itatí hace ya muchos años siguiendo una promesa –que tenía nombre de mujer- desde su natal Buenos aires. Al amparo de unos mates hablamos del viaje, del amor, de política y de futbol. Che, escuchá. Hay promesas que solo el tiempo se encarga de cumplirlas. El sahumerio de la iglesia descendía tanto o más rápido que la helada y las campanadas sin tiempo fueron el mejor arrullo para el cuerpo, y el alma.

Al día siguiente salí rumbo a Ita Ibate pero una escala en la escuela N°70 “policía de la provincia de Corrientes” en La Palmira, donde hice una charla y otra posterior en la escuela N°191 “Malvinas Argentinas” donde pernocté, hicieron que los 105 kms de distancia los hiciese en dos días.

Ya en Ita Ibate, un pueblo que vive de la pesca y el turismo, conocí a Don Máximo quien me abrió las puertas de su casa para poder acampar. Un personaje singular sin duda por repetirme incansables veces que había estado en Jerusalén y conocido al papa Juan Pablo II. Los vecinos me decían que don Máximo andaba en pedo hace 3 días, es decir, borracho. Algo que el olor a vino que despedían sus palabras me había hecho sospechar desde un inicio.

Aproveché la tarde y fui a pescar a orillas del río Paraná. Don Maximo había quedado haciendo una siesta etílica y el calor de la tarde hizo inevitable el baño en la playa de arena. De rato en rato uno que otro bote salía a pescar: algunos en la orilla, otros en el medio, y no faltaban los que se iban a la banda del frente, al lado paraguayo. Ya de regreso, con un doradillo de 2kg, me di con la sorpresa de que Don Máximo había despertado, y no solo eso, estaba acompañado de varios personajes extraídos tal vez del cuento de Ali baba y los 40 ladrones. Cada unos mas en pedo que el otro. Faltaban dedos para contar las cajas de Vino Toro y Manojo de uvas, ambos, “vinos del pueblo”. Obviamente nadie le dio bola a mi pescado (para mi suerte) de modo que la cena estuvo de lujo esa noche. Luego de unos brindis pedí licencia para ir a descansar y los deje discutiendo. Eh! Chamigo. ¿Cuánto te quiso cobrar el camping de Don Quico?, preguntó Don Máximo. 125 pesos, respondí ya casi moribundo en mi bolsa de dormir. ¡Qué hijo de puta!, murmuro uno de los presentes. El aquí se queda en mi casa sin pagar nada. Porque yo lo invité. Yo soy una autoridad en el pueblo. Yo estuve en Jerusalén y conocí al papa Juan Pablo II. El me mandó a llamar antes de morir…

Me despedí de Don Máximo con un gran abrazo y salí rumbo a Ituzaingó (a 74 km.) siguiendo por la ruta 12. Llegué en las primeras horas de la tarde y me instalé en el camping municipal que, para mi suerte, estaba fuera de temporada por lo que no me cobraron. Ituzaingó debe su nombre a la batalla librada con Brasil en 1827 y allí está ubicado el complejo hidroeléctrico Yaciretá-apipé, cuyo lago principal cuenta con una superficie de 1600km2.

Me es difícil tocar el tema de las hidroeléctricas sin dejar de mencionar los proyectos que se tienen planeados en Amazonía peruana. Muchas veces estas mega obras son catalogadas como de “energía limpia” pero en un ambiente tan dinámico y complejo como el ecosistema amazónico la cosa no es tan fácil. Además de traer consigo la inundación de bosques y el desplazamiento de las poblaciones humanas locales (“reubicándolas”), afecta hábitats de muchas especies de animales, y altera el pulso hidrosedimentológico  de los ríos; esto es: cambia el nivel del agua en creciente y vaciante, el transporte de sedimentos (material fértil para la agricultura en zonas bajas), corta la migración de los peces migratorios (grandes bagres) y con ello vulnera la soberanía alimentaria de la gente que vive de los recursos hidrobiológicos. Además, estos grandes cuerpos de agua favorecerían el incremento de emisión de gases que contribuyen al calentamiento global, y la proliferación de los vectores de dengue y malaria. ¿Es entonces esto “energía limpia”? ¿Desarrollo? ¿Para quién o para quienes? ¿A qué precio? Es necesario preguntarse todo esto  y ponerlo en la balanza si es que queremos alcanzar el tan mencionado “desarrollo sustentable” (económico, social, ambiental).

Pasé dos noches en Ituzaingó y allí conocí a Franciska. Viajera alemana que venía de estar 2 meses en la Antártida. Al tercer día el viento Este, que lo tenía en contra, había calmado, y le metí pedal todo el día bajo un cielo con amagos de lluvia. A lo lejos, la tierra colorada, característica de Misiones, me daba la bienvenida.

Quisiera agradecer a los maestros de la escuela N°70 en La Palmira, a la directora Rosario Meza de la escuela N° 191, a los alumnos. Y a todos los amigos que hice en este tramo de la ruta.

Corrientes

Itati

Basílica

atardecer en el Parana

Ruta 12

Escuela correntina

Ita ibate

luz que cae

silencio

Don Maximo

Ruta 12

Ituizangó

Ituizangó

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4 respuestas a Caminos del Paraná

  1. Matías dijo:

    Buena hermano! De vuelta a la ruta! Estamos pedaleando contigo!! Todo para adelante y de frente al tubo!

  2. Pense matias iria contigo, pero full contento por todo lo que estas haciendo…

  3. José Luis dijo:

    Excelente, de esta forma despiertas el espíritu aventurero de tus compañeros demás compañeros molineros, y sin duda esperamos que otros inicien la misma empresa.

    En estos día me daré tiempo para leer tus demás crónicas.

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