Epílogo

El Océano Pacífico se abría insondable a mis ojos con los primeros rayos del sol. El bus que me conducía de Desaguadero a Lima había quedado varado por falla de la compresora. En estas cosas hay que ser amigos del tiempo y tener paciencia. De nada servía putear o renegar y estaba de más descargársela con la terramoza que volvía a poner la película Robin Hood para apaciguar los ánimos luego de varias horas en el olvido de un acantilado pasando Camaná.

Tomé una serie de buses desde Paraguay para llegar hasta aquí. La bici, desarmada, yacía casi inerte en esa insensible bodega y las ganas de armarla y tirarme cuesta abajo una vez más eran tremendas. Hace unas semanas recibí una noticia sobre otro viaje – de motivo académico- que me llevará a las selvas de otras latitudes en el hemisferio norte y las necesidades de estar en Lima para el papeleo eran inevitables. Es así que un capitulo se cierra y otro se abre.

Mis ojos seguían remojándose en la espuma blanca que abrazaba a los peñascos negros desamparados en el universo verde azulado. ¿Puedes llegar allí abajo?, me preguntó una pareja de ancianos de Bolivia que estaba, a mi lado, contemplando la inmensidad. No puedo señora, lamente cortésmente mirando las olas en sus marchitados ojos. Esa agua blanca que está abajo… esa agua es buena para el mal del corazón. Le tomas en una botellita…

Y así. Viendo el mar, escuchándolo; una a una fueron viniendo a mi imágenes de lo vivido estos 4 meses de pedalear incesante por las venas de Sudamérica. La marea me fue trayendo todas esas remotas historias mínimas que estoy seguro, renacerán una y otra vez en mi memoria.

Como en su momento, hice un balance de la etapa Boliviana, en las próximas líneas intentaré hacer algo parecido con lo vivido en la etapa Argentina; con la aclaración de que mis palabras pueden o no ser absolutas, y de que toda realidad depende del cristal con la que uno la vea.

Argentina, como toda América latina, es un país de contrastes. Su heterogeneidad de paisajes y de gentes es prueba de ellos. Desde la puna de Jujuy hasta las Yungas del norte Salteño, del Valle de Lerma a los Valles Calchaquíes, de la Selva Tucumana a los arboles de perfiles sin sombra del Chaco, de la región de los Esteros del Iberá hasta la selva Paranaense en Misiones, hay contrastes. A lo largo de su historia Argentina ha tenido grandes procesos de colonización que hoy día se ven reflejados en ese crisol de razas. Descendencia europea, aborigen, y otras. Después de este viaje miro al país con ojos distantes al que vi cuando conocí Buenos Aires hace un par de años. No mejor, no peor, una perspectiva distinta, mas holística.

El conocimiento de la Amazonía se limita –en casi todos los casos- en la existencia de un río llamado Amazonas y de bosques en Brasil. Las charlas en los centros de educación así como las conversaciones con la gente me dieron esa mirada. Es interesante sí, que mucha de las especies de fauna silvestre fueran identificadas por los chicos al estar ellas presentes en eco regiones como el Gran Chaco Americano y la selva Paranaense.  Sin duda, fue un reto no solo hablar de Amazonía sino también llevar la discusión a un nivel más local, tocando componentes del paisaje propio y tratando de despertar el interés. Significo además, un aprendizaje continuo y responsable dado que no podía hablar de algo que no conocía. Es así que tuve que prepararme leyendo mucho sobre regiones como el Gran Chaco, la selva Paranaense, y otras. Y posteriormente, ir contrastando esa información con el acercamiento diario que tenia con la gente y el ecosistema.

La realidad, en el caso de Jujuy por ejemplo, es que los campesinos que antes hacían los surcos en la tierra de sus padres hoy solo son sirvientes de empresarios foráneos que compraron tierras a precio de regalo (una venta empujada por el hambre y las necesidades), ¿de qué manera se beneficia la gente local con los títulos de “patrimonio de la humanidad” por mencionar el caso de la Quebrada Humahuaca? o en el mismo Tafí del Valle, en Tucumán, donde yendo hacia el Este los relictos de bosques desaparecen mientras los grandes cultivos de caña de azúcar (véase ARCOR) y de cítricos prosperan. ¿El turismo? Sin duda trae grandes beneficios. Pero ¿qué tanto para la gente local? ¿Quién se lleva la gran tajada del pastel y quien se queda con las velitas? Las cosas están mucho más caras, todo ha subido, me repitieron varias veces en zonas de boom turístico. En las provincias de Santiago del Estero y Chaco, ambas dentro de la eco región del Gran Chaco, la tenencia de tierras es también todo un problema para los pueblos originarios que han visto durante siglos la explotación irracional de sus recursos en pos de un desarrollo que muchas veces solo alcanza para ver como la lluvia de verano se lleva sus sueños. Las grandes trasnacionales de monocultivos como soya hoy en día están poniendo en jaque no solo el ecosistema chaqueño sino también a su gente. La deforestación no solo se limita a eso, está también la tala selectiva de arboles maderables o para la industria del carbón como son los algarrobos, el itin, entre otros. Las malas prácticas de uso del fuego, la caza furtiva, también aportan en desmedro del ecosistema.

En Misiones, grandes parches de bosque han sido remplazados por plantaciones de especies exóticas como el pino. No tengo el dato pero habría que ver si estas plantaciones se están estableciendo en zonas de bosque nativo o en zonas ya deforestadas. Son dos cosas muy distintas. No es lo mismo plantar palma aceitera una zona degradada como hacerlo reemplazando bosque nativo como lo hiciera el Grupo Romero en la provincia de San Martín, en Amazonía peruana.

Por otro lado, hay un sinnúmero de experiencias que hacen que el panorama no sea visto tan desalentador como son el fortalecimiento de los movimientos campesinos (véase el MOCASE en Santiago del Estero), los proyectos de educación bilingüe en Chaco, el bien consolidado sistema de Parques Nacionales, los proyectos de asistencia del estado hacia la gente de menos recursos, los emprendimientos de producción locales, el turismo responsable y con una distribución de riquezas de manera justa, etc.

Con referencia a los parques nacionales, es interesante la oferta en infraestructura y la calidad de vigilancia que brindan. Si se crea un área natural protegida, es para cuidarla y no para que este registrada como un numero mas. Habría que rescatar esa posición del estado en poner en valor su biodiversidad y paisajes. Conservar la naturaleza, la especie tal o el bicho tal… sí, es importante, pero si no genera beneficios para el estado y las poblaciones locales asentadas (dentro o en zonas de amortiguamiento) son inviables y tarde o temprano van a entrar en conflicto.

En cuanto al tema de los planes de asistencia por parte del estado, hay varias opiniones que fui recogiendo a lo largo del camino. Hay quienes están a favor ya que por primera vez el estado se acuerda de los necesitados. Por otro lado, hay quienes están en contra puesto que se beneficia a la gente que a veces no lo necesita. Las dos opiniones tienen ciertamente la verdad, el asunto pasaría por un control más eficiente de quienes son los destinatarios e incluso –como conversaba con Fernando y Silvina en Iguazú- radicaría más en lo moral. Y para eso, ¡qué mejor arma que la educación!

En el epílogo de este viaje solo me queda decir: gracias Argentina. Por los lugares surrealistas que conocí, por las historias que escuché tomando un mate, por los asados con los antes desconocidos (ahora amigos), por el esplendor de los bosques de Tucumán y Misiones, por el canto de las aves en tierra chaqueña mientras el sol incendiaba las sombras del quebracho. Por la gente; desprendida, amiga, y sincera que conocí.

Desde aquí quiero agradecer también a aquellos que estuvieron conmigo desde el principio. A los que se fueron sumando, a los que creyeron, a los que leyeron este diario, a los maestros (incansables) que me escucharon y que confío pueda esta experiencia tornarse o forjar un efecto multiplicador.

Lo escrito aquí, durante estos meses, es tan solo un relato de viajes. Una mirada. No pretendí que fuera menos o mas –solo verdad- que la historia itinerante de alguien que viaje en bicicleta con el corazón abierto y acariciando la tierra –y a sus pueblos- de la mano del viento. Esta historia les toca continuarla a ustedes; en casa, en el trabajo, en la calle, a nivel local o global. Persigan sus sueños. Luchen por un mundo más justo. Nuestro país, América latina, el mundo, y la vida; son libros abiertos. Las decisiones, las palabras… las escriben ustedes.

 Alonso

de vuelta al mar

 ¿Qué es lo que queda atrás cuanto te despides con una risa, una lágrima o un abrazo? ¿Cuánto puede cambiar el curso de tus días la decisión de hacer un viaje?

Escuchas de un lugar del que nunca habías oído hablar, sueñas con punas de silencio, con caminos de tierra que se pierden en el horizonte, con el frío de la cordillera que te abraza hasta dejarte sin aliento. Sueñas con valles fértiles de historias, con gente que se entrega –con una fe inquebrantable –al ritmo de la lluvia, a la tutela de los Apus y la voluntad de la Pachamama.

Sueñas con paisajes sin fecha, con noches andinas que aletean con alas de cóndor, con ríos amazónicos que se platinan cuando muere el día, con tender tu carpa y arrullarte con el llamado de la naturaleza. Sueñas con encontrar la luna en los ojos de una persona, con recoger historias mínimas grabadas en un mate.

Sueñas con comer al lado de una quebrada sin nombre mientras oyes el rumor del agua, sueñas con levantarte y caminar descalzo sobre la tierra húmeda, o jugar tal vez un partidito de futbol con alguna comitiva que te acoge y te pregunta sobre tu tierra.

Sueñas con enseñar cosas y aprender muchas otras, con que mucha gente al escuchar de Amazonía la quiera tanto como suya, la proteja y la recuerde.

Sueñas con pedalear mano a mano con el ichu o entre la niebla de los bosques, con remar brazo a brazo una canoa que se pierde en cada curva de un río que te hace suyo. Sueñas con eso y mucho más… ¿Qué hace falta para que vayas por ello?

Acerca de alonsoforestal

alonso.perez.ojedadelarco@gmail.com
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4 respuestas a Epílogo

  1. muy inspirador tu relato……..que hace falta pues?!!

  2. Guillermo Reaño dijo:

    Bienvenido a casa, Alonso y felicitaciones por lo andado, abrazos, G

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