Caraguatay. Siguiendo al Che

 

Había amagado llover toda la noche, pero no lo hizo. Acampé cerca a un pastizal y, aparte de que todo podía mojarse, mi preocupación era otra. Si llueve no podes llegar, el camino se hace lodo… me habían advertido. El camino que conducía hacia el solar donde el Che pasó su primera infancia.

 

“Allí en el misterioso Misiones todo es obsesionante: la selva impenetrable llena de enormes arboledas que ocultan el sol con lianas e isipó, el yaguareté, el gato onza, el puma, el yacaré, el anta y el oso hormiguero. Todo en Misiones atrae y atrapa”

 

Fueron las palabras de Don Ernesto Guevara Lynch quien junto a Celia de la Serna emigraron a la selva de Misiones por un emprendimiento de hierba mate a la orilla del río Paraná, en Caraguatay. Luego del 14 de Junio de 1928 cuando nace Ernesto en Rosario, la familia regresaría a Misiones donde el Che pasaría sus primeros años.

 

Esa mañana llegué caminando al parque provincial Ernesto “Che” Guevara dejando la bici en la escuela N°168 “2 de Abril” de Caraguatay donde pude conversar con los alumnos y maestros, y participar del acto por el día de la bandera Argentina. Héctor, guardaparque encargado del museo de sitio, tuvo la gentileza de acompañarme por el predio y sus ojos brillaban cada vez que relataba algo de Ernestito.

 

El Parque provincial está ubicado a 5km de distancia de la ruta 12, justo en el cruce que va hacia el pueblo de Caraguatay. De la casa original solo quedan los cimientos ya que fue mandada a demoler por los militares en la época de la dictadura, allá por los años 70.

 

Pasé gran parte del día leyendo algunos libros, viendo fotografías, pero sobre todo caminando por los senderos e imaginándome como sería la selva de ese entonces, esa que los ojos del futuro revolucionario empezaba a descubrir a orillas de un Paraná majestuoso.

 

Es innegable el legado y el símbolo que representa el Che. Hay muchos que no estuvieron – ni están- de acuerdo con su proceder y lo criticaron, está bien. Sin embargo, para muchos otros (y me incluyo) sus hechos y palabras hacen que soñemos –y tratemos de realizar- lo imposible, como lo es este viaje en bicicleta. Que sintamos las injusticias cometidas contra otros como si fueran propias; que nos acordemos que un país no lo hace solamente su capital, sino también sus geografías y razas internas, sus ríos profundos.

 

Es innegable, también, que muchas de las grandes ideologías del siglo pasado se desplomaron o ya no encajan en el mundo de nuestros días. De todas formas, subyace en cada uno de nosotros –y como colectivo- tratar de buscar la justicia social y la solidaridad, reencontrar ese buen vivir, aprender y aprehender del otro; recordar algo que leí en una reserva aquí en Misiones: la naturaleza no es la herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos.

 

Desde aquí, un lugar con historia, quiero dedicarle esta nota a mi padre, el poeta Hildebrando Pérez, con quien caminé alguna vez esa vieja La Habana enamorada, escuchando la historia del Che, tantas veces la historia…

 

En silencio, en la terraza, escucho y veo a un pecarí de cuello blanco comiendo un fruto de ananá. Es curioso porque justamente Caraguatay en lengua guaraní significa “agua de ananá silvestre”. Que indómitas son estas selvas y colinas, que parecidas a la Sierra Maestra cubana…

 

Agradecer a Héctor, guardaparque, a los maestros y alumnos de la escuela N°168 “2 de abril” por permitirme participar de su acto patrio. Al Che, por todo…

entrada

seremos como el CHE

Galeano

solar derruido

Carta del che a sus hijos

vista al Paraná desde donde estaba la casa

de Cortazar

MAR

ruta

che

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Una respuesta a Caraguatay. Siguiendo al Che

  1. Excelente post, Alonso! Que el buen viento te guie hasta Iguazû.
    Un gran abrazo

    MariaRosa

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